«Pedid y se os dar; buscad y hallaréis; llamad y se os abre. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abre. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra; o si le pide un pez, le da una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dar cosas buenas a los que se las piden!
Mateo 7,7-11.
Estoy absolutamente seguro, por todo lo que he visto a Jesús hacer en mi vida, que para Él nada es imposible y que todo lo que le pidamos con fe en la oración, nos lo concederá. (Mateo 21,22)
Porque fiel es el Autor de la promesa y poderoso es para cumplirla correctamente en nosotros.
La oración de petición es un tipo de oración que tiene que ver con la providencia divina, que tiene que ver con aquello que Dios quiere realizar en el hombre. Los milagros que encontramos en los Evangelios, ya sea curaciones físicas, exorcismos, milagros sobre la naturaleza, hechos inesperados, sanaciones, liberaciones, resurrecciones, etc. Todos ellos son la prueba de que Jesús escucha la oración del hombre y responde. Cada uno de esos, son para nosotros modelos de hombres y mujeres orantes, que en un contexto específico de su vida buscaron a Jesús. Sus historias están en los Evangelios para enseñarnos a creer, a orar, a suplicar, pero sobretodo nos enseñan a actuar con fe.
Texto como Mateo 7,11. Mateo 21,22. Marcos 9,23. Lucas 18,27. Juan 14,13.14. 15,7.16. 16,23.24.26. Entre otros, nos muestran que Jesús anima expresamente a los hombres a pedir con gran confianza. Sin embargo, en la promesa que leemos en el comienzo de este post, el Señor nos presenta algo muy importante sobre la oración de petición a considerar y sobre lo que quisiera hacer mi reflexión.
En este texto de Mateo a Jesús dice: PEDID Y SE OS DARÁ. Incluso el Señor hará uso de un argumento a fortiori (¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra; o si le pide un pez, le dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos , sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dar cosas buenas a los que se las piden!) para animarnos a pedir con confianza al Padre que, sabiendo que somos malos, quiere que lo buenos nos pase
Jesús no quiere que nos quede dudas respecto a la bondad de Dios. Porque Dios no solo es bueno, Él es la bondad. Y éste Dios bueno quiere que lo bueno nos pase. Por eso Jesús nos dice que si lo recibiremos. Y eso es y será siempre así porque Dios es siempre bueno, todo el tiempo Dios es bueno.
Sobre lo que quiero reflexionar específicamente es lo que dice Jesús en esta promesa a continuación de la exhortación a pedir: BUSCAD Y HALLARÉIS. EL QUE BUSCA, HALLA. Y en esa misma línea va: LLAMAD Y SE OS ABRIRÁ. Y AL QUE LLAMA, SE LE ABRIRÁ. Esto nos enseña que a la oración de petición hecha, le debe acompañar la acción consecuente a lo que se ha orado. Oración y acción deben ir en la misma dirección y hacia el mismo objetivo.
Por ejemplo, si hoy oro por la conversión de mi familia: ¿qué hago para que mi familia se convierta aparte de orar por ellos? Si hoy le pido al Señor por mi salud: ¿Qué hago para recuperarla? Si hoy le pido a Jesús para que me vaya bien económicamente: ¿Qué hago para lograr aquello que le pido a Jesús?
Es decir, Jesús no va a hacer por nosotros aquello que nosotros debemos hacer por nosotros mismos. Hay cosas que tú debes hacer por ti mismo, claro está, con la ayuda de Jesús. Como por ejemplo: si le pides a Jesús por la conversión de tu familia, debes darles testimonio de tu fe, para que por tus buenas obras alaben a Dios. (Mateo 5,16) Pero si en vez de eso tu testimonio es todo lo contrario ellos con justa razón te dirán: de qué te sirve ir a misa o estar en algún grupo. Si le pides a Jesús por tu salud, debes cuidarla con buena alimentación, descanso, chequeos preventivos. Y en el caso de estar enfermo, visitando al médico y haciendo caso a su consejo. (Eclesiástico 38,12). Si no cuidas tu cuerpo, tu salud, la enfermedad vendrá como consecuencia de tu descubrimiento. Y si le pido a Jesús para que económicamente me vaya bien, debes ser un buen trabajador, agradecido, honesto, eficiente, para que tu empleado te tenga en consideración. Habrá que estudiar o poner un negocio o esforzarse el doble para lograr objetivos, pero finalmente todo esfuerzo el Señor recompensará. (Eclesiástico 11,21). Pero sino te esfuerzas no esperes lograr algo.
El gran San Agustín dirá: «Ora como si todo dependiera de Dios. Trabaja como si todo dependiera de ti». Dios no va a solucionar tus problemas, te dará la inteligencia, las oportunidades, los medios para que los resuelvas, pero eres tú quien tiene que hacer algo.
Un día escuché una historia: habían dos hombres campesinos que fueron a la capilla del pueblo para orar y pedirle a Dios que envíe lluvia para su siembra. Después de regresar de orar, uno de ellos se quedó en su casa mirando desde la ventana a ver si llovía. El otro después de su oración, llegó a su casa y se fue a preparar el campo, convencido de qué Dios mandaría la lluvia. ¿A quién cree usted que Dios le contestará su oración y le resultó la lluvia, al que se quedó esperando que algo pasara o aquel que después de orar se alineó en sus acciones con aquello que había pedido a Dios?
Pues bien muchos oramos pero no actuamos conforme a lo que hemos pedido en la oración. No alineamos oración y acción porque no creemos que deban alinear. Oramos por una cosa y hacemos otra. Nos quedamos con la primera parte de esta promesa de Mateo, es decir: solo en el ámbito de la petición. Pedimos, pero luego, no nos movemos a buscar, no ponemos los medios que están a nuestro alcance para lograr aquello que hemos pedido en oración.
La fe no se ve en el pedir sino en el actuar creyendo que hemos ya recibido lo que hemos en oración pedido. El creer nos pone en marcha, en movimiento, nos hace buscar. El que busca nos dice Jesús. La fe no nos deja estáticos esperando a que algo suceda sino porque hemos creído, buscamos que las cosas pasen.
Tanto el deseo del corazón y la voluntad deben apuntar hacia el mismo fin y objetivo. Si hay un divorcio entre lo que pido en mi oración y lo que luego hago después de haber orado, dice la Escritura, que no espere recibir cosa alguna del Señor. (Santiago 1,6-8)
Nuestras oraciones hacen que se den las oportunidades pero depende de usted reconocerlas y depende de usted aprovecharlas y tomarlas.
El Dios que le dijo a Moisés: Dijo Yahveh: «Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y escuchó su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco sus sufrimientos. He bajado para librería de la mano de los egipcios y para buena subida de esta tierra a una tierra y espaciosa; a una tierra que mana leche y miel, al país de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de los perizitas, de los jivitas y de los jebuseos. Así pues, el clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto además la opresión con que los egipcios los oprimen. Ahora, pues, ve; yo te envío a Faraón, para que saques a mi pueblo, los israelitas, de Egipto.» Éxodo 3,7-10.
El orden es el siguiente: Dios ve nuestra aflicción, Dios escucha nuestro clamor y nos libera, pero para introducirnos en la bendición a la que nos ha llamado, debemos pelear. La tierra prometida fue conquistada. Se alinearon las peticiones y las acciones de un pueblo que creyó a Dios y que con el liderazgo de Josué logró ver el cumplimiento de la promesa.
Que sus acciones sean consecuentes a su oración. Cuando usted pida a Dios algo, haga algo para lograr aquello que le pide. Porque dijo Jesús que luego de pedir hay que buscar.
Recent Comments