En la presentación del libro litúrgico del exorcismo, en el párrafo tres, la Iglesia enseña que Satanás y los demás espíritus malignos, para alejar a los hombres del camino de la salvación, utiliza el engaño, la mentira y la confusión, para dicho fin.
Así mismo, enseñará san Ignacio de Loyola, respecto al discernimiento de espíritus, que propio del espíritu del mal, para aquellos que hacen progresos en la vida espiritual, les suele poner impedimentos interiores para que no avancen.
Ahora, cuando alguien dice no tener tiempo para orar, ¿no será esta idea, esa excusa, un engaño, una mentira del demonio? ¿No será ese un impedimento psicológico que hace el demonio creer a muchos incautos para que no hagan avances?
San Alfonso María de Ligorio dirá sobre la oración, que es un gran medio para alcanzar la salvación y es en ese sentido, cómo le llegará la luz de la salvación a alguien que no ora.
Gran trabajo hace el demonio y cuánto esfuerzo pone en hacer creer a tantos ingenuos que en verdad, no tienen tiempo para orar. Bien sabe el malo que si orasen aquellos, se despertarían y le harían la guerra. Los quiere débiles, rendidos, cautivos a su voluntad. Los quiere sin oración.
Por eso el diablo los llena de actividades, incluso hasta algunas que parecen ser muy santas pero al ser examinadas en realidad no dan fruto, sirven de poco. Y aquellos necios, cautivos y atrapados en esos razonamientos, absorbidos por las preocupaciones de la vida y sus quehaceres, no se dedican a la oración y en vez de dolerse por ello, se justifican diciendo: no tengo tiempo para orar.
Gran tragedia es esta, haber creído en Cristo como Señor y Salvador y profesar con la boca, no tener tiempo para estar con él. Porque en el fondo creer y decir no tener tiempo para orar, es confesar no tener tiempo para estar con Dios. Con Aquel que es nuestro bien y nuestra salud. Con Aquel que es nuestros consuelo y nuestra alegría. Con Aquel que es nuestra fortaleza y sabiduría.
Que fácil le resulta al demonio hacer creer a muchos que es verdad cuando dicen no tener tiempo para orar. Creyendo en tal mentira aquellos engañados no ven que mas que no tener realmente tiempo, porque tiempo si tienen para muchas otras cosas banales, más que no tener tiempo se trata en realidad de un no tener ganas, no tener deseo de orar.
Cuántos languidecidos hay en la Iglesia que no caen en cuenta que la causa de su languidez es su falta de oración.
Con razón dirá San Juan Pablo II que aquellos que no oran son cristianos en riesgo. En el riesgo insidioso de decaer y perder la fe. Aquellos son cristianos engañados por aquel que es padre de la mentira.
Pregúntate cuál es la verdad qué hay detrás de tu excusa cuando dices no tener tiempo para orar. Mira, date cuenta, ¿no será esa una tentación del demonio?