En nuestro tiempo hay muchos hombres y mujeres, muchos hijos e hijas que han crecido sin una imagen sana de su padre. Algunos han tendido padres agresivos física y verbalmente. Padres competitivos por el amor hacia la madre. Padres alcohólicos, infieles, poco comprometidos con la crianza, afectivamente poco expresivos, padres que formaron otro hogar con otra mujer que no es la propia madre. Padres enfocados solo en trabajar, padres escapistas. Cuando no quiero involucrarse emocionalmente con alguien, se impone tareas. Esos son algunos ejemplos de una imagen negativa de la paternidad que podemos haber tenido.
¿Cómo esto nos afecta? En la etapa de la adolescencia el padre se convierte en la figura principal de los hijos. En esta etapa previa a la madurez y a la vida adulta, el rol del padre es clave. Los cambios de esta época desorientan y confunden al adolescente por lo que va a necesitar de un padre para sentirse firme y seguro. A los 12 años la influencia es apenas de un 20% de ahí se vuelve prácticamente al 100%. Pasada esta etapa la influencia de ambos progenitores se nivela.
Muchos personas que se encuentran solas, sin propósito, sin dirección, sin destino, sin saber de dónde vienen ni para dónde van. Tienen como problema de fondo una imagen ausente de su padre.
Ahí en donde hay hijos rebeldes, metidos en todo tipo de problemas, siendo padres antes de tiempo, inestables, que se deprimen, que se derriban cuando algo no les sale bien, que no tienen las cosas claras en la vida, hijos sin propósitos, etc. Es porque les hizo falta un padre. Nunca una mujer podrá ocupar el lugar que un hombre decidió no ocupar. No exige el ser padre y Madre para un hijo, de ahí que sea un real tragedia que un hijo no cuente con el afecto de su padre.
Muchos hombres que hoy son padres y que han crecido con este ausentismo forman hijos emocionalmente inestables. Hijos sin auto disciplina, con baja autoestima, muy fáciles de rendirse, hijos que se buscan a una mujer mandona o a una mujer masculinizada. Hijas que se buscarán en un futuro marido, el padre que nunca estuvo con ellas, se buscarán a un hombre que les tratar como su propio padre.
Todos necesitamos de un padre que crea en nosotros, que nos afirme y nos lleve a nuestro destino. Un padre que nos haga sentir especiales, que nos ame y que nunca se canse de motivarnos a ser una mejor persona. Por eso Dios es el Padre para los sin padre. (Salmo 68,6).
En el contexto judío, el concepto de padre está determinado por el patriarcado, que otorga al padre la primacía de la familia. Esto, porque el padre dispone todo sobre los hijos, está completamente pendiente de ellos. Incluso estos no se pueden casar sin la aprobación del padre, están llamados a someterse a su voluntad y el padre cuida de ellos. Es en ese sentido que el hijo es igual a un esclavo. El padre decide sobre todo en cuestiones de derecho hereditario y el más preocupado por la herbicida que le dejará a sus hijos. El padre vela por esa herencia que le corresponde a los hijos. Por eso rebelarse contra el padre, agredirle o maldecirle, merece la sanción con la muerte. Dios pide que se honre, después de a él, a los padres para alcanzar la felicidad. La felicidad de los hijos depende de ello. La misión más importante del padre, es ser el principal comunicador de la fe en la familia. El padre es el catequista familiar. La fe del hijos se la trasmite el padre.
Pues bien, ello es lo que nos viene a ofrecer como un don, Jesucristo. En el AT apenas hay unas 15 referencias de Dios como nuestro padre. En el NT hay 245 referencias de las cuales La palabra padre aparece 176 veces en los evangelios. En Mateo 42, Marcos 4, Lucas 15, Juan 115. Esto nos da una valiosa referencia sobre la importancia en la enseñanza, en la predicación de Jesús, sobre la revelación de Dios como nuestro Padre.
Dios entra en una relación filial con todo persona que ha aceptado a Cristo como Señor y Salvador personal, y en virtud de ese hecho le adopta como su hijo. La obra de Jesús, trae un cambio radical en el rol de Padre de Dios. Dios pasa sustancialmente de ser como un padre a ser nuestro Padre.
En la oración del Padre Nuestro, Jesús nos enseña un modo distinto de relacionarnos con Dios. Debemos dirigirnos a él como Nuestro padre. (Mateo 6,9). Además enseña que la manera de relacionarnos los cristianos, con Dios, debe ser significativa, sensiblemente distinta a la de los fariseos y gentiles.
Jesús le llama a Dios Abba (Marcos 14,36). Una manera que en particular usan los niños pequeños para llamar a su padre. Por eso Jesus trae una novedad, la novedad de Cristo es que nuestro Dios no es como un padre sino que es verdaderamente nuestro Padre.
Jesucristo quiere que cambie nuestro modo de ver y de relacionarnos con Dios, el Padre Nuestro. el modo cómo Jesús se refiere a él y el cómo se relaciona con Dios genera controversias (Juan 5,18). La predicación del Padre está inseparablemente unida a la del Reino de Dios.
La razón por la que algunos piensan que Dios es lejano, ausente, que no responde, que es castigador y que abandona. Es porque seguro fue así la relación que ellos tuvieron con su propio padre. A veces solo oramos para pedir porque no tuvimos una relación amical, afectiva, cercana con el propio Padre.
La pregunta de Felipe hecha a Jesús sobre mostrarles al Padre (Juan 14,8). Muestra tres cosas: la primera es que Jesús les habló pero no comprendieron del todo su mensaje. La segunda es que les falta la presencia del Espíritu. (Juan 16,25). Es el Espíritu quien nos permite comprender y vivir esta dimensión relación con el Padre. (Mateo 11,27). Lo tercero es que nos falta una experiencia interior para experimentar, comprender y vivir en ese amor con el Padre. (Romanos 8,14s).
Lo terrible de nuestro tiempo es que se ha desvirtuado tanto la imagen y el rol del padre qué hay muchos varones que no saben qué es y cómo ser padres.
El mal testimonio de algunos hombres machistas y profundamente heridos en su sexualidad, en su masculinidad y también por causa de un feminismo castrante, se ha hecho que hoy muchos hombres, muchos varones, sean hombres feminizados. Otros, hombres castrados emocionalmente incapaces de comprometerse en la crianza de los hijos.
La paternidad no se limita a la parte material. Un hijo necesita cuidados materiales, psicológicos y espirituales. Un padre comunica debe comunicar la fe que ha aceptado por su hijo en el bautismo. El padre trasmite valores por el ejemplo. Enseña la disciplina, fortalece el carácter de los hijos, le da propósito a sus vidas. El padre consuela, alienta, perdona, enseña, anima y cree en el potencial de sus hijos. Un padre gasta su vida por ver felices a sus hijos.
Doy gracias a Dios que me ha hecho padre espiritual de muchos hombres y mujeres; laicos, religiosas, sacerdotes. Y ahora en este tiempo, me ha dado a mis hijos biológicos Jacob Elihú y Fátima del Rosario.
Hoy oro por todos ellos.
Feliz día Padre Nuestro.