Un hombre llamado Ananías, de acuerdo con su mujer Safira, vendió una propiedad, y se quedó con una parte del precio, sabiendo también su mujer; la otra parte la presentó y la puso a los pies de los apóstoles. Pedro le dijo: «Ananías, ¿Cómo es que Satanás llenó tu corazón para mentir al Espíritu Santo, y quedarte con parte del precio del campo? ¿Es que mientras lo tenías no era tuyo, y una vez vendido no podías disponer del precio? ¿Por qué determinaste en tu corazón hacer esto? No ha mentido a los hombres, sino a Dios.» Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y un gran temor se apoderó de cuantos lo oyeron. Se levantaron los jóvenes, le amortajaron y le llevaron a enterrar. Unas tres horas más tarde entró su mujer que ignoraba lo que había pasado. Pedro le preguntó: «Dime, ¿habéis vendido en tanto el campo?» Ella respondió: «Sí, en eso. » Y Pedro le replicó: «¿Cómo os habéis puesto de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? Mira, aquí a la puerta están los pies de los que han enterrado a tu marido; ellos te llevarán a ti.» Al instante ella cayó a sus pies y expiró. Entrando los jóvenes, la hallaron muerta, y la llevaron a enterrar junto a su marido. Un gran temor se apoderó de toda la Iglesia y de todos cuantos oyeron esto.
Hechos 5,1-11.
Quisiera empezar esta reflexión con aquella pregunta que le realizó el apóstol Pedro a Ananías en tres versículos de nuestro texto: ¿CÓMO ES QUE SATANÁS SE ADUEÑÓ DE TU CORAZÓN PARA MENTIR?
Para la primera generación de cristianos, la mentira era una cosa bastante grave. Los primeros discípulos, se tomaron muy en serio su compromiso con Cristo. Y por eso Lucas, nos cuenta una historia dramática, sobre la maldad que entraña el acto de mentir.
Cuestión que deberíamos movernos también hoy a reflexión como cristianos, pues la enseñanza de fondo de texto lucano, es que no es compatible seguir a Cristo y mentir. No es compatible ser discípulo de Jesús y creer que mentir es algo normal.
Por eso el sabio judío enseña que en entre las cosas que Dios más aborrece, es al hombre que tiene una lengua mentirosa, dice el texto: SEIS COSAS HAY QUE ABORRECE YAHVEH, Y SIETE SON ABOMINACIÓN PARA SU ALMA: OJOS ALTANEROS, LENGUA MENTIROSA, MANOS QUE DERRAMAN SANGRE INOCENTE. Proverbios 6,16-17.
Entonces, debemos preguntarnos: ¿Cómo percibimos nosotros la mentira, el acto de mentir? Y frente a este planteamiento hagámonos la pregunta que a Ananías le hizo Pedro: ¿CÓMO ES QUE SATANÁS SE ADUEÑÓ DE TU CORAZÓN PARA MENTIR?
Para profundizar en esta cuestión y comprender lo que planteamos en esta pregunta, empecemos por tratar de definir lo que es mentir como acto.
Debemos señalar que la mentira se manifiesta de dos formas concretas: en primer lugar, a través de la palabra. Por lo que mentir consiste en decir algo, que se sabe muy bien, que no es la verdad y el objetivo que se busca con esta acción es engañar. Se finge un mal, no un bien. Como la mentira es un acto moral intrínsecamente malo, nunca, pero nunca, generará algún tipo de bien para aquel que es engañado. Porque toda mentira tiene este trasfondo, el engaño como algo intrínseco, nunca una mentira tendrá como objetivo el bien. Se engaña así mismo el que cree que uno puede o debe mentir, en algún caso, por algún tipo de bien. Lo que subyace en el corazón del hombre que mente siempre es la intención maléfica de engañar.
En segundo lugar, debemos decir que el acto de mentir se puede dar también en el ámbito del obrar. Esto sucede cuando la mentira se manifiesta a través de acciones concretas, que persiguen el mismo propósito, engañar. A esa forma de mentir en particular, se le llama simulación o fingimiento.
Pongamos algunos ejemplos para graficar mejor esto que acabamos de enseñar. Respecto al primer caso, imaginémonos a un ama de casa que del dinero que el esposo le da para los gastos diarios, decide agarrar algo para ella, y aunque está en su derecho, decide ocultarle este hecho a su marido y le dice que el dinero que le dio no le alcanzó para los gastos. Esa es mentira de palabra.
Respecto al segundo caso, hubo un robo de una reliquia religiosa en Lambayeque, llamada la Cruz de Motupe, los ladrones destrozaron la cruz para sustentar el oro y la plata. La cuestión es que el día en que fue la policía y el pueblo, a ver lo ocurrido, las cámaras de televisión enfocaron a dos personas que lloraron desgarradoramente por lo sucedido. La policia de inmediato, ubico a esas personas y convirtio que aquellos que hicieron tal drama, eran en realidad los ladrones. Pues bien, esta es mentira de fingimiento.
En ambos casos la intención de fondo es la misma; el objetivo de la mentira, es engañar. Hacer creer a alguien algo que no es la verdad. El infiel, el estafador, el cínico, el hipócrita, el calumniador, el corrupto, aquel que tiene una doble vida. Son formas en donde se conjugan tanto la mentira de palabra como la mentira de obra. Por lo que podemos decir, que hay personas que no solo mienten, sino que también construyen su vida sobre la base de mentiras. Es decir, hay personas que hacen de la mentira una forma suya de vivir en relación con los demás.
La sentencia de Dios respecto a la mentira es contundente: NO MENTIRÉIS NI OS DEFRAUDARÉIS UNOS A OTROS. Levítico 19,11. Dios es el Dios Verdadero (Deuteronomio 4,35). Es el Dios que conoce la verdad que hay en el corazón de los hombres, nada le está oculto, a él le pertenecen, las cosas secretas (Deuteronomio 29,29). Por eso Dios ama la verdad y aborrece al que miente. (Proverbios 12,22). Dios es el Dios al que no se le puede engañar (Gálatas 6,7).
La prohibición de la mentira en el Antiguo Testamento, busca responder a un contexto social preciso, la mentira es generadora de desconfianza y daña todo tipo de relación humana.
Conozco casos en donde uno de los conyugues han sacado créditos personales sin decirle a su pareja nada, llevando a una crisis de desconfianza a la pareja cuando esta mentira sale a la luz. Porque cierto es lo que dijo nuestro Salvador Jesucristo: NADA HAY ENCUBIERTO QUE NO HAYA DE SER DESCUBIERTO NI OCULTO QUE NO HAYA DE SABERSE. Lucas 12,2. Toda mentira, más temprano que tarde, será finalmente descubierta y el daño, la destrucción que probará de ese hecho, evidencia la perversidad que entraña el engaño.
seguramente, el vicio de mentir esta tan arraigado en nosotros, que no percibimos con claridad lo dañoso que es, ni la malignidad que entraña el acto de mentir. Cuando trabajaron como vendedor de casas, muchos de mis compañeros de trabajo hicieron uso del engaño como medio de conseguir la venta. Y así, conozco casos en que muchos profesionales como médicos, abogados, ingenieros, policías, maestros, etc. (En ese sentido nadie se salva) que en el ejercicio de su labor diaria, de su oficio, han hecho de la mentira algo habitual . Y aunque cueste aceptarlo nos hemos acostumbrado a mentir. Lo vemos como algo normal, malo pero no tan malo, algo aceptable, porque todos lo hacen.
Mentimos cuando ocultamos algo, cuando escondemos o callamos intencionalmente un hecho u opinión, cuando carecemos de claridad y sinceridad nuestras palabras. Las mentiras de ocultación persiguen retener, intencionadamente, la información, con el fin de inducir al error a nuestro interlocutor. La omisión deliberada de elementos en un diálogo lleva, indefectiblemente, una falsa interpretación por parte del destinatario.
Según la psicología de la mentira, el mentiroso engañará suprimiendo la verdad a través de silencios bien pensados, dando descripciones vagas o muy genéricas sobre algún hecho, evadiendo preguntas incomodas, mostrando emociones fingidas, como molestia ante un interrogatorio, ira o indignación. Es decir, hay toda una disposición física y psicologica, direccionada a este fin, ocultar la verdad. Puede llorar, mostrarse muy molesto ante preguntas y hasta victimizarse.
Si el mentiroso se ve descubierto, va a atribuir lo que no dijo a un olvido involuntario o a que no se le preguntó precisamente eso que no dijo o a que no entendió las palabras que se utilizaron o a que creía que querían saber otra cosa o a que malinterpretó la pregunta. E incluso, puede llegar a culpabilizar al otro, diciendo algo como: si te mentí es por tu culpa porque sabía que reaccionarias mal o si te mentí, fue porque tu no me entiendes y cosas similares.
El mentiroso puede también falsificar la verdad creando historias. La falsificación consiste en la presentación de información falsa o en la invención de una historia inexistente para confundir, para engañar. El mentiroso puede proporcionar datos, detalles o explicaciones como si fueran ciertos. Por eso es que se tienen que esforzar por mantener esa historia y para ello suelen crear otra historia y otra, y otra.
Los mentirosos saben cuándo pueden usar la mentira de ocultación o la de falsificación (la primera ofrece siempre más vías de escape y la falsificación exige esfuerzo mental). Por eso, construir una historia falsa, cuesta siempre más que decir la realidad. La elaboración de la mentira requiere esfuerzo, debe ser compatible y consistente con los datos que conoce aquel a quien se pretende engañar. Por eso muchas personas que construyen sus vidas sobre la base de mentiras, terminan cayendo en depresión porque vivir tanto tiempo mintiendo y construyendo historias, agota. ES PREFERIBLE UN LADRÓN QUE EL QUE PERSISTE EN LA MENTIRA, AUNQUE AMBOS HEREDARÁN LA PERDICIÓN. Eclesiástico 20,25.
La mentira, y más concretamente, el mentiroso, traerá toda suerte de desgracia a su vida y a la vida de los que fueron objeto de su engaño. Porque nunca puede de algo moralmente malo provenir algo bueno. Veamos algunos textos en la enseñanza profética sobre la mentira. Dios, a través del profeta, señala la corrupción que hay sobre la tierra por causa de la mentira. ESCUCHAD LA PALABRA DE YAHVEH, HIJOS DE ISRAEL, QUE TIENE PLEITO YAHVEH CON LOS HABITANTES DE ESTA TIERRA, PUES NO HAY YA FIDELIDAD NI AMOR, NI CONOCIMIENTO DE DIOS EN ESTA TIERRA; SINO PERJURIO Y MENTIRA, ASESINATO Y ROBO, ADULTERIO Y VIOLENCIA, SANGRE QUE SUCEDE A SANGRE. POR ESO, LA TIERRA ESTÁ EN DUELO, Y SE MARCHITA CUANTO EN ELLA HABITA. Oseas 4,1-3.
Mentir, en verdad enferma y retiene la salud que Dios nos quiera dar. CUANDO YO QUIERO SANAR A ISRAEL, SE DESCUBRE LA CULPA DE EFRAÍM Y LAS MALDADES DE SAMARIA; PORQUE PRACTICAN LA MENTIRA. Oseas 7,1.
El pecado de la mentira, en la enseñanza profética, es entendido como un acto doloso, es decir, que implica la voluntad deliberado de cometer algo que se sabe que es malo y que hará daño. SU LENGUA ES SAETA MORTÍFERA, LAS PALABRAS DE SU BOCA, EMBUSTERAS. SE SALUDA AL PRÓJIMO, PERO POR DENTRO SE LE PONE CELADA. Jeremías 9,7.
Ahí en donde se normaliza la mentira, crecen estructuras sociales de pecado y corrupción, que se enquistan y llevan a sus pobladores a la ruina. ¡AY DE LA CIUDAD SANGUINARIA, MENTIRA TODA ELLA, LLENA DE RAPIÑA, DE INCESANTE PILLAJE! Nahún 3:1
Es en la enseñanza de Jesús, que se nos revelara el origen, la causa eficiente de la mentira, el Salvador saca a la luz, a aquel que mueve a los hombres a mentir: el diablo. ¿POR QUÉ NO RECONOCÉIS MI LENGUAJE? PORQUE NO PODÉIS ESCUCHAR MI PALABRA. VOSOTROS SOIS DE VUESTRO PADRE EL DIABLO Y QUERÉIS CUMPLIR LOS DESEOS DE VUESTRO PADRE. ESTE ERA HOMICIDA DESDE EL PRINCIPIO, Y NO SE MANTUVO EN LA VERDAD, PORQUE NO HAY VERDAD EN ÉL; CUANDO DICE LA MENTIRA, DICE LO QUE LE SALE DE DENTRO, PORQUE ES MENTIROSO Y PADRE DE LA MENTIRA. Juan 8,43-44.
Este texto que contiene todo el germen de la demonología del Nuevo testamento, nos muestra que lo propio del diablo es mentir, inducir al engaño, al error, a la confusión. Por eso el libro litúrgico del ritual de exorcismo, en su presentación, enseña que el diablo, para alejar a los hombres de los caminos de la salvación se sirve de la mentira, del engaño y de la confusión.
La verdad no está en él, enseña el Señor. No hay verdad en él, esta completamente corrompido, el diablo no es capaz de hacer un solo acto bueno. Cuando miente dice lo que le sale de adentro. De ahí que sea el padre de la mentira, porque pone en los hombres la semilla de su maldad, engendra en los corazones el deseo de la rebelión contra la Verdad, convenciéndolos de mentir y engañándolos de que si bien es malo mentir, no es tan malo.
En otro pasaje enseñara el Señor: SEA VUESTRO LENGUAJE: “SÍ, SÍ”; “NO, NO”: QUE LO QUE PASA DE AQUÍ VIENE DEL MALIGNO. Mateo 5,37. ¿De dónde le proviene al hombre la incapacidad de decir sí o no cuando se debe? Del maligno enseña Jesús.
Por eso la renuncia a toda mentira es una exigencia primaria de la vida cristiana: NO OS MINTÁIS UNOS A OTROS. DESPOJAOS DEL HOMBRE VIEJO CON SUS OBRAS, Y REVESTÍOS DEL HOMBRE NUEVO. Colosenses 3,9-10. El que miente demuestra que aún no hay una conversión sincera y profunda en él, que aún sigue viviendo como si cristo no le hubiera sido anunciado. POR TANTO, DESECHANDO LA MENTIRA, HABLAD CON VERDAD CADA CUAL CON SU PRÓJIMO, PUES SOMOS MIEMBROS LOS UNOS DE LOS OTROS. Efesios 4,25.
Finalmente, el destino del mentiroso, será la condenación eterna. PERO LOS COBARDES, LOS INCRÉDULOS, LOS ABOMINABLES, LOS ASESINOS, LOS IMPUROS, LOS HECHICEROS, LOS IDÓLATRAS Y TODOS LOS EMBUSTEROS TENDRÁN SU PARTE EN EL LAGO QUE ARDE CON FUEGO Y AZUFRE: QUE ES LA MUERTE SEGUNDA. Apocalipsis 21,8.
Creo que con todo lo que hemos expuesto, queda claro porque para la primera generación de cristianos, el acto de mentir era algo atroz. Ellos, se tomaban enserio su vida espiritual y el testimonio que debían dar de Jesucristo nuestro Señor.
Volvamos con todo lo reflexionado al texto del comienzo. Pedro, advertido por el Espíritu del Señor, descubre la mentira de Ananías y Safira. Y realiza una primera pregunta en el versículo 4: ¿Por qué determinaste en tu corazón hacer esto? Es decir, por qué recurrir a la mentira. Una pregunta que sinceramente nos debe llevar a una honda reflexión: por qué tenemos que mentir. No hay acto más diabólico, más perverso, mas doloso, que el acto de mentir, de querer engañar a alguien e inducirlo al error. Es ahí que se desfigura por completo nuestra imagen de hijos de Dios y nos configuramos como dice Jesús, en hijos del padre de la mentira, el diablo. Lo peor de esto, es que el primero en ser engañado es el mentiroso que vive creyendo como verdaderas sus propias mentiras, porque mintiendo, te conformas con una vida irreal que no llena ni satisface el alma.
Por eso el mundo se divide en dos grupos: los que dicen y viven en la verdad y los que dicen y viven en la mentira. Unos guiados por el Espíritu de la verdad, hacia una plenitud de vida (Juan 16,13) y otros por el espíritu del diablo, el espíritu del error, hacia una vida de condenación (1 Juan 4,6).
Por eso Jesús dijo: Y CONOCERÉIS LA VERDAD Y LA VERDAD OS HARÁ LIBRES. Juan 8,32. Somos esclavos de nuestras mentiras. Esclavos de aquello que ocultamos. El diablo mora y gobierna en aquellas áreas de nuestra vida en donde la mentira ha puesto su trono.
Es en ese sentido que las palabras del apóstol cobran ahora un sentido pleno: ¿CÓMO ES QUE SATANÁS SE ADUEÑÓ DE TU CORAZÓN PARA MENTIR? En el hombre, cuando haciendo uso de su libertad, decide mentir; saca de su corazón a aquel que es el Señor de la Verdad, el Señor de la vida, a Jesucristo; para poner como señor de su corazón al señor de la muerte, al padre de la mentira, para que como director y consejero de sus acciones, dirija su vida a la ruina por el mal camino.
Cómo es que satanás se adueñó de tu corazón, pregunta el apóstol, la repuesta es que en el preciso instante, en que Ananías y Safira, decidieron mentir, le dieron la espalda a Jesús y en ese momento, satanás ejerció su reino de muerte y tiemblas en ellos.
El engaño del diablo consiste en hacernos creer que no pasa nada si mentimos, que nadie se dará cuenta, que nadie saldrá lastimado, que es una mentira blanca o piadosa, nos dice. Y finalmente llega la muerte, porque el salario del pecado es la muerte. (Romanos 6,23)
Israel de Cristo
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